viernes, 7 de diciembre de 2007

El día.

Por falta de inspiración, sumo la de otros, en este caso, otra. Un texto de mi amiga Adriana, residente en Popayan, Colombia. Tenemos que sumar, sumar y sumar.

Con motivo del “día de la raza” fui invitada a participar en un evento en una escuelita, que en medio del monte formaba parte del paisaje, la escuela y los ochenta niños y niñas que la viven o sobreviven. Fue un evento cívico llevado a cabo con las más estricta seriedad que comportan estas fechas en el ámbito rural Latinoamericano, a no ser por un par de detalles, para ellos quizá imperceptibles, para mí, impagables e irrepetibles.

El orden del día se rompe, en medio del Himno Nacional y los bailes típicos, cuando un padre de familia pide un espacio en el escenario: su esposa lo ha abandonado y lo ha dejado con sus dos hijos, y le gustaría interpretar una canción. Toma el micrófono y con su pequeño hijo (cinco años, no más de 1,10cm, traje grande seguro prestado) hacen la fono-mímica de una canción que dice algo así: “y si tu madre nos abandonó yo lloro – y el niño contesta – papito, si tu lloras, yo lloro”.
El padre llora y canta.
El niño llora y canta.
El público llora y canta.
El duelo del hombre es colectivo.
El dolor es público y no privado.

Un poco más tarde nuevamente se irrumpe el orden del día cuando el concejal se entera que pertenezco a una ONG internacional, y en medio de campaña para su reelección decide dedicarme una canción (o mejor dicho dedicar una canción al dinero que para el yo represento), toma el micrófono y luego de un sin sentido discurso con sombrero en mano hace la fono-mímica de “mujeres divinas”. Sin duda su popularidad creció y aseguró más de un voto femenino.

En este escenario (cancha de tierra) todos tienen cabida, niños – adultos, adultos – niños, indígenas, campesinos, perros pulgosos, gatos, pelotas de fútbol, niñas disfrazadas de vedettes, vedettes – niñas… y un recorrido inmenso de personajes y sobre todo de vida en su máxima expresión, vida amplia y sin tapujos.

La Doctora Adriana, luego de atender una larga lista de peticiones (la mayor parte insolucionables) sale cargada de piñas, naranjas, tarjetas, comida, pendientes, flores… todos estos brindados con la atención y dedicación que se le daría al cordero de oro, lo han cebado. Yo por mi parte, detrás de la máscara, salgo cargada de la maravilla de contemplar los pequeños resquicios aún no conquistados, hoy 12 de octubre, día de la raza!, conquista de América!? o de la “americana” conquistada.